Inconfundible a simple vista, la mantis (Mantis religiosa) es uno de los insectos presentes en toda Sierra Espuña, si bien es más común en zonas bajas que en las cumbres.
Debe su nombre a la pose característica que adopta mientras acecha a alguna presa. De hábitos carnívoros, las mantis se alimentan de insectos vivos, comenzando a devorarlos generalmente por la cabeza nada más capturarlos, aún cuando las víctimas continuan intentando escapar.
Este insecto es originario del sur de Europa, introduciéndose en el continente americano en 1899 en un barco cargado con plantines.
La mantis religiosa es únicamente uno de los representantes del orden de los mantódeos, existiendo una gran diversidad de ellos a nivel mundial. En Sierra Espuña podemos encontrar otro mantódeo como la "mantis palo" (empusa pennata).
Las mantis religiosas suelen presentar colores verdes, pardos, grisáceos o pajizos como se puede apreciar en las fotografías, determinándose su color por el entorno en el que se desarrollan y desarrollan su última muda. Estos insectos realizan un total de 6 mudas hasta alcanzar el estado adulto. La primera fotografía en la que se aprecia una mantis de color pajizo fue tomada en los límites del parque natural con los barrancos de Gebas, una zona semidesertica de badlands, lo que sin duda a determinado el color de ese ejemplar. En la segunda fotografía se observa un ejemplar de un color verde intenso, fotografiado en las proximidades de "Prado Chico", en pleno parque natural en donde la vegetación es mucho más verde y frondosa.
En otoño realizan la puesta generalmente en ramitas o tallos de herbáceas, formando una ooteca espumosa que al secarse se endurece, protegiéndolos en su interior.
Recibe diferentes nombres comunes, dependiendo de la zona peninsular en la que se encuentre. Así se la conoce como santateresa, muerte, caballito del diablo, campamocha, cerbatana, comepiojos...
En las localidades proximas a Sierra Espuña recibe igualmente varios nombres, si bien es común que se refieran a la mantis con el nombre de "teresas".
Al contrario de lo que tradicionalmente se ha pensado, la mantis religiosa no es un insecto venenoso ni que ataque al ser humano con picaduras. Si tiende a mostrarse agresiva pero únicamente cuando se ve acosada.
Cabe destacar su papel predador de otros insectos, entre ellos los saltamontes, por lo que su valor biológico como medio natural de contención de plagas en la agricultura es fundamental.
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